Conforme jugaba con sus deseos, la lujuria que crecía desmedidamente notaba como se atenuaba su llanto y como cada una se secaban con el tiempo y poco a poco por lo que la gula tomo varios desesperadamente y vio que cada uno se componía de luz y cada una tenía una diferente sensación.
Pronto la avaricia y la envidia no se hicieron esperar, y buscaron la forma de mantener cautivos sus deseos entonces las sostuvieron y se dieron cuenta que estos cambian y que al ser parte de ellos ahora podían consumir el brillo que tanto quería tener la soberbia.
La claridad arrepentida notaba con pereza como cada deseo se alimentaba con el tiempo y decidió intervenir alejándose del jardín lo que ese brillo empezará a tenuarse pero ya era muy tarde, ese brillo insipiente había dejado marca en estos seres y estos se convierten en recuerdos que a la ausencia de la claridad adormecieron a estos seres convirtiendo cada deseo en un sueño.